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COMPARANDO EL NIVEL INTERNACIONAL DE LA CIENCIA FRANCESA CON LA ESPAÑOLA
  • Según el número de Premios Nobel conseguidos por las dos principales instituciones investigadoras de ambos países: el CNRS (Centre national de la recherche scientifique) francés y el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) español.
  • Hasta el presente, el CNRS ha obtenido 22 galardones frente a 0 del CSIC. Las cifras son por sí mismas escandalosas y ahorran hirientes comentarios. Esto es un absoluto desastre. ¿Cómo es posible? La ciencia oficial española representada por su más alta institución no funciona.
  • Según cifras oficiales, el CSIC tiene unos 14 000 científicos, es decir, más o menos, la mitad que el CNRS. En cambio, a fecha de hoy —y lleva funcionando desde 1939— no ha conseguido ni un solo Premio Nobel. Increíble, ¿verdad? Esta patética situación ya fue denunciada públicamente en un editorial publicado a principios de 2015: Notas sobre la decadente ciencia oficial española en la revista Arqueología Iberoamericana, n.º 25, p. 4.
  • El enorme despilfarro en dinero público, dilapidado en estériles investigaciones de corto alcance durante tantísimos años, no ha reportado ningún reconocimiento internacional de máximo nivel para la ciencia oficial española representada por el CSIC. Así no vamos a ninguna parte. España no se merece esto.

12.11.2018

NOTICIAS ALARMANTES: MANZANAS PODRIDAS EN EL CESTO ACADÉMICO
  • Hay algunos catedráticos de universidad que no tienen otra cosa mejor que hacer que dinamitar cualquier iniciativa vanguardista que haga progresar el conocimiento científico, aunque con ello perjudiquen a la nación que les da de comer y les permite llevar una opulenta existencia. Pretenden con ello intentar ocultar su mediocridad e ineptitud como investigadores proyectando su frustración sobre algunos colegas de profesión que los ponen en evidencia de forma involuntaria. Se sienten ofendidos por quienes, al margen del retrógrado corporativismo endogámico oficial, avanzan con paso firme a base de grandes sacrificios, sin ayuda de nadie a pesar del permanente derroche de dinero público en investigaciones estériles. Es lamentable que esto ocurra desde hace tantísimo tiempo y sea consecuencia de un sistema académico afectado por corruptelas endémicas. Tales individuos, haciendo gala de esa maléfica envidia que asola nuestra tierra, no soportan que algunos verdaderos científicos, a quienes llevan toda la vida persiguiendo y silenciando, les hagan sombra mostrando sin querer sus graves carencias académicas y humanas cuando publican avances científicos que ellos no son capaces de conseguir. Eso sí que es amor a la auténtica ciencia a cambio de nada.
  • Estos funestos personajes han arruinado sistemáticamente el prometedor futuro de destacados investigadores como resultado de una política donde se prima la mediocridad frente a la verdadera excelencia. Llevan toda la vida haciéndolo para desgracia de la ciencia española. No vamos a dar sus nombres por ahora, aunque esperamos que en un futuro no muy lejano se haga justicia poniendo a cada cual en su sitio. De todas formas, esa triste lista negra existe y se puede publicar en cualquier momento para escarnio de las malas prácticas académicas efectuadas por esos pésimos catedráticos. Nosotros, a diferencia de ellos, nos distinguimos por la honestidad y el rigor científico. Seguimos una senda de humildad y privaciones en beneficio de la ciencia, poniendo de forma absolutamente desinteresada todos nuestros logros y descubrimientos —jamás rebatidos por nadie desde hace 25 años porque aportan evidencias irrefutables— al alcance de todos, aunque quienes dirijan la política científica impongan la ley del silencio como un absurdo comportamiento que les hará pasar a la posteridad mostrando lo insignificantes que fueron. De todo lo cual cabe deducir que en la España académica actual campa a su anchas el virus del atraso decimonónico. No habrá progreso si no se cambia de mentalidad y se anteponen los intereses de todos sobre los de unos pocos.
  • Deberían ser conscientes de su negativa actitud y rectificar a tiempo para lavar su pésima imagen. Ya sabemos que eso es muy difícil o casi imposible, porque quien abraza la maldad y sigue su oscura senda no suele abandonar el poder que obtiene a cambio y el placer que conlleva el abusar del mismo con los más débiles, sobre todo si destacan más que ellos. En todo caso, lanzamos una seria advertencia a esos catedráticos descarriados: si persisten en su injustificable comportamiento de hacer daño a conciencia, de forma absolutamente cobarde, al amparo del anonimato, sin dar la cara, siempre por detrás, hablando mal y difundiendo bulos difamatorios, nos veremos obligados a tomar las medidas oportunas al amparo de la ley, con el firme propósito de que la justicia caiga sobre ellos con todo su rigor. Llevamos demasiados años soportando esta miserable actitud y ya estamos hartos.
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